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MAGDEBURGO TRAS EL ATENTADO: UNA CIUDAD DE LUTO

Internacional

La noche del viernes 20 ocurrió una tragedia en la población alemana de Magdeburgo. Un hombre de origen árabe saudí atropelló con un coche recién alquilado a la gente que estaba pacíficamente reunida asistiendo a un mercado navideño, mató a cinco personas e hirió a 200. En cuestión de segundos, todo cambió para cientos de personas que experimentaron terror y odio. Ni hablar de las víctimas, médicos, amigos y conocidos. En realidad, todo Magdeburgo cambió de golpe, cuenta una crónica de la agencia germana de noticias Deutsche Welle (DW).


En las difíciles horas que han pasado desde el ataque en el mercado navideño de Magdeburgo, una iglesia se ha convertido en el punto de encuentro de los ciudadanos. La de San Juan es la iglesia parroquial más antigua de la ciudad, y allí predicó Martin Lutero hace 500 años. Aunque en ella ya no se ofrecen servicios religiosos, en su frontis se reúnen los que quieren recordar o tratar de entender qué sucedió. Otros simplemente buscan consuelo. Flores y velas, un mar de ellas, han sido puestas en el lugar por cientos de manos anónimas.


"No tengo palabras. El terror siempre ha estado ahí, pero de forma abstracta. Ahora es algo denso y palpable. Simplemente siento tristeza e impotencia", dice a DW una mujer que se identifica como Jutta. Dice que tiene muchos amigos médicos, como el atacante. A diferencia de éste, empero, sus amigos intentaron ayudar a los heridos.


Para Mandy Bode el impacto aún es profundo. Apenas unos minutos antes del ataque había salido del mercado navideño. Cuando habla con DW rompe en llanto. El sábado llegó frente a la iglesia de San Juan para "mostrar a todos que Magdeburgo está unido". No le importa que también hayan llegado políticos, pero los considera responsables de lo sucedido. "Que esas personas hayan muerto también pesa sobre los hombros de esos políticos", apunta.


Frente a la iglesia también se congregan ultraderechistas que exigen a voz de cuello que los extranjeros sean deportados. Uno de ellos lleva una pulsera con la bandera del Reich alemán. Pero personas como Jutta y Mandy no quieren que la jornada se vea empañada y ocupada por extremistas, y los expulsan del lugar resueltamente. El día es en memoria de quienes partieron, y para nada más.

Publicado el 22-12-24

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